Cuidado con la manipulación de los alimentos
Cada día más personas se incorporan al trabajo por cuenta propia en la modalidad de vendedores-elaboradores de alimentos.
Prácticamente están en todas partes, y resulta difícil no encontrar uno o dos en una misma cuadra ofreciendo confituras, café, refrescos, helados u otros platos que invitan a su inmediato consumo.
Sin embargo, aunque a la vista de los transeúntes estos comestibles parezcan apetecibles, no siempre en su elaboración se cumplen las medidas higiénicas establecidas.
De recorrido por algunos espacios de Santa Clara acondicionados para estos fines, que ocupan portales, casas, mercados y aceras, pude comprobar cómo en algunos se descuida proteger los alimentos y las moscas deambulan por encima del producto que luego se oferta al cliente.
También, en áreas cercanas a piqueras de coches, como en el lugar conocido por Los Framboyanes (zona hospitalaria), el estiércol de caballo diseminado por la calle es levantado por el viento, y va a parar a las propias mesas de los vendedores.
No obstante los casos señalados, conozco a muchos cuentapropistas que son ejemplos de pulcritud y merecen ser reconocidos.
Al indagar sobre el tema con Reinaldo Ons Pairol, quien dirige el cuerpo de supervisores integrales de Santa Clara, que tiene la facultad de inspeccionar todo tipo de servicios estatales y particulares, e imponer las multas pertinentes, señaló que el año pasado por estos motivos en la capital villaclareña fueron multados numerosos trabajadores por cuenta propia, al incumplir con las normas higiénico-sanitarias vigentes.
En estos casos se aplican las multas establecidas, según el Decreto 274 acerca de las contravenciones personales de las regulaciones del trabajo por cuenta propia.
Las sanciones ocupan diferentes cuotas según la gravedad del caso, y pueden llegar hasta la suspensión de la licencia sanitaria hasta tanto se compruebe el cumplimiento de dichas normas.
La ausencia de pinzas u otros utensilios para extender el alimento al cliente, o no proteger las confituras --ya sea con un nailon, paño o tapa, que evitan el contacto con el medio ambiente y vectores dañinos como las moscas--, casi siempre son vistos como algo normal por la mayoría de las personas, que aceptan los comestibles sin darse cuenta de que tras estos sencillos detalles está la acción de microbios y bacterias causantes de diarreas e intoxicaciones en los consumidores.
Los que se dedican a la venta de alimentos tienen que mantener una estricta higiene personal, manos y uñas impecables, así como ropa limpia, no hablar encima de los comestibles y usar un gorro que evite la caída del cabello, aspectos que no siempre se cumplen al pie de la letra.
También lo cocinado no debe permanecer por más de dos horas a temperatura ambiente, ya que desde que es elaborado hasta su consumo, puede estar expuesto a posibles contaminaciones.
De ahí que no deban descuidarse las medidas higiénicas antes señaladas y todo aquello que interviene en el procesamiento de los alimentos, pues quienes elaboran u ofertan lo que otra persona se va a llevar a la boca, tienen la responsabilidad de hacerlo bien y con garantía, para preservar la salud del pueblo.
Idalia Vázquez
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